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Causa y Efecto: Karma
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16:39:00
Según el budismo, toda acción intencionada o elegida (karman) crea una variedad de resultados y nuevas condiciones, llamadas maduración (vipaka) o fruto (phala), que son del mismo tipo de calidad moral que la acción (buena o mala). La acción puede ser mental, verbal o física; un simple recuerdo podría ser un fruto kármico. Un acto auténticamente reflejo no tiene valor kármico alguno. Sin embargo un impulso sí constituye karman, porque se da en la ignorancia de su auténtica naturaleza de elección. Desde una perspectiva budista, cada elección (cetanā) condiciona o refuerza algún hábito, conducta o estado que va creando, de manera acumulativa, nuestra propia personalidad, disposición y las formaciones mentales (samskāra) que afectarán las tendencias de nuestra vida.
La palabra española karma es usada de una manera distorsionada en relación al sentido de la palabra original en sánscrito y en pāḷi. El kamma no es ni destino, ni predeterminación, ni castigo, ni retribución. En la visión budista, Kamma es una más de las cinco leyes naturales o procesos lógicos del Universo (niyamas) que son impersonales y en los que no hay intervención divina, como puede ser también el caso de la gravedad. Esto conlleva que los procesos kármicos son inmutables: ni siquiera un buda puede escapar de ser afectado una vez que ya produjo la semilla kármica en su pasado. Eso hace del kamma una forma de condicionamiento, pero nunca una forma de determinismo, porque la manera en la que afecte el fruto kármico dependerá de la reacción ante él.
En el budismo, las diferencias entre las acciones volitivas se expresan solo en términos de habilidad o destreza. Si sus motivaciones o raíces (mula/hete) corresponden con alguno de los Tres Fuegos (Véase Duhkha más arriba) son torpes por ser malsanas y perniciosas (akuśala), y si corresponden a sus opuestos son hábiles por ser saludables (kuśala). Sin embargo, el objetivo de la práctica del renunciante budista no es la de producir más de un tipo de kamma y menos de otro, ni la de acumular mérito, sino el de dejar totalmente de producir kamma alguno para acabar con el ciclo de renacimiento. Esto se consigue eliminando toda intención o voluntad del "yo" en las acciones o respuestas. Por eso el Buda habló de cuatro tipos de kamma: Oscuro, Luminoso, Mixto y un cuarto que no es Ninguno. A esta cuarta situación se llegaría siguiendo el Noble Sendero.
Buda Gautama sugirió que, en la práctica, el funcionamiento del karman en el mundo es extremadamente complejo. Su resultado exacto y preciso es imposible de predecir y no se manifiesta de manera siempre rápida, ya que su maduración depende de otras circunstancias. El karman tampoco es una explicación a la mala fortuna, debido al gigantesco número de variables y fuerzas involucradas en todo lo que sucede. Por todo esto el karman no debe ser usado como pretexto para ser severo y sentencioso con las personas.
La palabra española karma es usada de una manera distorsionada en relación al sentido de la palabra original en sánscrito y en pāḷi. El kamma no es ni destino, ni predeterminación, ni castigo, ni retribución. En la visión budista, Kamma es una más de las cinco leyes naturales o procesos lógicos del Universo (niyamas) que son impersonales y en los que no hay intervención divina, como puede ser también el caso de la gravedad. Esto conlleva que los procesos kármicos son inmutables: ni siquiera un buda puede escapar de ser afectado una vez que ya produjo la semilla kármica en su pasado. Eso hace del kamma una forma de condicionamiento, pero nunca una forma de determinismo, porque la manera en la que afecte el fruto kármico dependerá de la reacción ante él.
En el budismo, las diferencias entre las acciones volitivas se expresan solo en términos de habilidad o destreza. Si sus motivaciones o raíces (mula/hete) corresponden con alguno de los Tres Fuegos (Véase Duhkha más arriba) son torpes por ser malsanas y perniciosas (akuśala), y si corresponden a sus opuestos son hábiles por ser saludables (kuśala). Sin embargo, el objetivo de la práctica del renunciante budista no es la de producir más de un tipo de kamma y menos de otro, ni la de acumular mérito, sino el de dejar totalmente de producir kamma alguno para acabar con el ciclo de renacimiento. Esto se consigue eliminando toda intención o voluntad del "yo" en las acciones o respuestas. Por eso el Buda habló de cuatro tipos de kamma: Oscuro, Luminoso, Mixto y un cuarto que no es Ninguno. A esta cuarta situación se llegaría siguiendo el Noble Sendero.
Buda Gautama sugirió que, en la práctica, el funcionamiento del karman en el mundo es extremadamente complejo. Su resultado exacto y preciso es imposible de predecir y no se manifiesta de manera siempre rápida, ya que su maduración depende de otras circunstancias. El karman tampoco es una explicación a la mala fortuna, debido al gigantesco número de variables y fuerzas involucradas en todo lo que sucede. Por todo esto el karman no debe ser usado como pretexto para ser severo y sentencioso con las personas.
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