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Escribime poemas en la espalda
on
12:48:00
Un sobresalto la despegó de la cama. Quizo abrazarlo pero rozó sólo las sábanas
-de nuevo era un sueño-.

Regresó a tomar su almohada tallando en ella su figura y con sus ojos negros cerrados respiró el aroma -todavía fresco- que él le había regalado para que no lo
olvide tan fácil. No sabía que era innecesario.
Aún podían sentirse recorriendo el uno al otro como unas horas atrás, bajo el calor de sus sonrisas. Una vez más.
Un cuerpo dice, escribe, confieza.
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